domingo, 31 de mayo de 2015

Deficiencias en el Centro Penintenciario Nacional de Valencia



Las Cárceles o centros penitenciarios son lugares destinados al cumplimiento de las penas privativas de libertad. Se comprende en esta expresión que no sólo es un establecimiento destinado a la ejecución de las penas, sino que también es usado para la retención y custodia de detenidos y presos, así como los de  rehabilitación y resocialización del individuo infractor de la ley; es decir, el objetivo primordial de las cárceles es lograr que las personas incorporadas en ella rectifiquen su conducta.   Desde un principio se reconoce que las cárceles deben ser reformadoras de actitudes y aptitudes que ya se encuentran en el individuo.

Para asegurar la reconstrucción moral de un individuo encarcelado se deben tomar en cuenta una serie de factores, los cuales le dan a la cárcel una fuerza cambiante de actitudes y aptitudes para los infractores de la ley.     Entre esos factores tenemos:   Un buen sistema educativo y de enseñanza en el orden profesional,  un buen sistema de trabajo, una buena alimentación, un buen sistema de salud e higiene,   recreación y formación moral con respecto a Dios. 
Ahora bien, los profundos retos para el cambio e innovación exigen a las organizaciones de hoy, una conciencia de su propio petrfil como entes generadores de nuevas formas de ver el mundo y de hacer las cosas. En la actualidad debe entenderse al recurso humano como el elemento clave para la productividad, único medio capaz de intervenir su propio entorno tranformarlo y modernizarlo.
La efectividad en la ejecución de programas destinados a la seguridad y el tratamiento de la población reclusa, dependerá en gran medida, de los recursos humanos con que se cuente para éste propósito.

Deficiencias primarias en el Centro Penintenciario Nacional de Valencia
La inseguridad reinante en estos sitios de reclusión no solo para los recluidos, sino para sus familiares y/o visitantes, Esto es una molestia moral ya que constituye el horror dentro de las cárceles.  En estos sitios como sabemos  ocurren tragedias cada cierto tiempo lo cual genera, justificadamente, una atmósfera de rechazo, indignación y preocupación por el funcionamiento actual de esas instituciones. Pero, en segundo lugar, porque es una pregunta que sigue sin aportar nada a la solución de esta problemática. Podemos construir complejos edificios filosóficos que sustenten nuestras intuiciones morales referentes a la actual situación penitenciaria. Ahora bien, aun cuando el fundamento de nuestra preocupación por las cárceles sea una intuición moral, no está en absoluto claro qué clase de intuición es esa ni cuál es su origen. Porque no se trata de construir un discurso filosófico que sea, simplemente, acorde con tal intuición, sino de pensar filosóficamente el orden de vida al cual pertenece —o puede pertenecer— ésta. Pero no sólo eso. Nuestras intuiciones morales sobre la situación penitenciaria (junto con el orden al que pertenecen) están estrechamente vinculadas a nuestro discurso normativo sobre las cárceles. En tanto que estas intuiciones no aparezcan sobre el fondo del orden que les es propio, el discurso normativo seguirá siendo, como ocurre actualmente, un dogma invisible que condiciona nuestras acciones y no permite la aparición de otras ópticas de la situación penitenciaria. Es, por tanto, una necesidad precisamente práctica la que impulsa la pregunta que se pretende plantear en este artículo.
Otra deficiencia primaria es la pobreza extrema, crítica en la que se encuentran estos sitios.  También la violación a todos los derechos del recluso; tales como, violación a los derechos a la educación,  a la salud, al trabajo, entre otros. Las cárceles venezolanas constituyen una violación a la dignidad humana.
También la situación de total desorientación con respecto a qué hacer, de fondo, con las cárceles del país; nuestra carta magna está apegada al discurso rehabilitador, mientras que el Código Penal le rinde tributo a la penalística clásica, de corte ilustrado y  otro lado la Ley de Régimen Penitenciario se orienta claramente hacia la rehabilitación y niega todo elemento de castigo en las cárceles (claro, nada de esto se cumple).
 Deficiencias secundarias en el Centro Penintenciario Nacional de Valencia
Las infraestructuras de las cárceles venezolanas se encuentran en muy malas condiciones.
Personal no capacitado para laborar en estos centros de reclusión.
Desconocimiento de los reclusos de todos sus derechos.
Retardos judiciales por múltiples y diversas razones.


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