Las heridas del alma cuestan curarse, siempre están ahí, y por mas que perdones u olvides a veces salen a relucir; son como cicatrices que a pesar del tiempo que ha pasado duelen. Es como cuando te has hecho una herida en tu cuerpo físico, se te sana al pasar el tiempo, pero a veces te la ves y te recuerdas como te la hiciste o te la hicieron.
Inclusive hay heridas muy grandes que son difíciles de curar como bien lo saben. Hay personas que han muerto de una gran herida que le causaron.
Por eso a veces tenemos que entender las reacciones de algunas personas, ya que pueden ser seres que han pasado por muchas decepciones, deseperanzas, abusos picológicos, morales y físicos, que las hacen actuar de una forma por temor a ser nuevamente heridas.
Ricardo Bulmez en su libro "El Arte de combinar el SI con el NO" narra una experiencia de él niño cuando era scout: Vió a un perro tirado en plena vía sin poder moverse. Estaba herido, un carro lo habia atropellado y tenía rota las dos patas traseras. Los vehículos pasaban muy cerca y su temor era que lo mataran, porque era imposible que él solo pudiera levantarse.
Encontró en ese instante la oportunidad para realizar su buena acción, y como buen scout detuvo el tráfico, y se dispuso a rescatarlo para luego entablillarle las patas; con mucho amor y entrega se acercó y lo agarró, pero el perro le clavó los dientes en las manos. Inmediatamente lo llevaron a la sanidad para vacunarlo por la herida que le causó dicho perro.
Durante mucho tiempo no entendió por qué este lo había mordido si solo quería cuidarlo, curarlo, salvarlo y hacerlo su amigo. Eso fue para él una gran decepción que sufrio por intentar hacer un bien, y por mucho tiempo no entendió la actitud del mismo.
Después de varios años comprendió claramente que ese perro no lo mordió, quien lo mordió fue su herida; ahora si comprendió perfectamente lo que había pasado.
Cuando alguien está mal,
no tiene paz y está herido del alma
si recibe amor o buen trato de alguien ¡muerde!
Pero él no hunde los dientes,
es su herida el que los clava.
Por eso, hay que comprender el malestar de algunas personas: ACÉPTALAS Y AYÚDALAS.
LA VIDA ES HOY.
Las heridas nunca se olvidan, es muy difícil que te hagan mucho daño y de la noche a la mañana olvidarlo.
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